LA LUNA SUEÑA EN FLAMENCO
José Carlos Gómez, Recital de guitarra flamenca
Acompañado por Manuel Peralta, segunda guitarra, palmas y voz, y Marote, percusión y palmas
Era un viejo desde que era un crío. José Carlos Gómez creció en una ciudad donde la guitarra ya era una leyenda. Paco de Lucía, por entonces, era un mito, aunque la gente ya había olvidado la vieja sombra de otras guitarras locales, con manos de mujer, de ciegos o de niños de las botellas. A aquellas Alturas, como diría Félix Grande, ya era imposible tocar mal. Pero aquel joven tocaor que militara prontamente en el Ballet Nacional tocaba como lo que ya era, todo un prodigio. Contenido y curioso, pero audaz. Todos los ingredientes para el mayor de los éxitos, que es la sabiduría. La mayor prueba de su talento, largamente destilado, es este disco, con una estricta paleta compositora, que viaja desde las alegrías a la seguiriya, pasando por las bulerías, a veces maridadas con las soleares.
Pasen y oigan: desde su justo homenaje a Ramón de Algeciras, amigo y maestro, a sus vertiginosos tanguillos. Hay una pulsión premeditadamente añeja, como si el tocaor viajase en el tiempo a una etapa de la música donde todavía no existiera el vértigo magistral del mayor de nuestros héroes. Desde la más rendida admiración hacia Paco, José Carlos huye intencionadamente de las últimas hornadas instrumentales para pasear por la calle de la cuerda pelá, sólo que con un equipaje tan virtuoso que es capaz de elegir los silencios frente a las estridencias. Así ocurre en títulos como “Café Piñero”, “Callejón el Rinconcillo” o “La Reconquista”, topónimos todos de la ciudad de Algeciras, otro claro guiño al autor de El Cobre, Plaza Alta o Fuentenueva.
Es un disco de la experiencia. Vital, desde luego: José Carlos Gómez nunca lo tuvo fácil pero supo resurgir de sus cenizas. Es un artista versátil, como probó en sus “12 canciones para tu calendario”. Pero, sobre todo, es un artista íntegro y capaz, tan clásico como heterodoxo. Hay una rara mística en esa secuencia melódica que lleva desde la Puerta de la Caridad al retrato sentimental de Irenea. No busca, sin embargo, a dioses de barro, sino a una utopía eterna a la que llamamos magia.
Juan José Téllez
-De José y de Ana (Seguirilla)
-A Ramón de Algeciras (Soleá)
-La Reconquista (Alegrias)
-Irenea (Bulerias)
-Café Piñero (Buleria por Soleá)
-Puerta de la Caridad (Tanguillo)
-Callejón del Rinconcillo (Bulerías)
-Paseo del Mar (Rumba)
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